Pensando en la tecnología y su influencia en la formación de nuestra subjetividad, recordé un artículo publicado por Hernán Casciari en uno de su blogs, Orsai. Resulta que Hernán estaba leyéndole a su pequeña hija de cuatro años el cuento de los hermanos Grim, Hansel y Gretel. Cuando llega al momento en que los niños se dan cuenta que anochece y están solos en el bosque sin poder regresar, la hijita de Hernán le dice: “No importa. Que lo llamen al papá por el móvil”. Claro, se trata de una “nativa digital” que no percibe la vida sin, por ejemplo, la telefonía inalámbrica. Y vinieron a la mente las caras de asombro de mis alumnos en el secundario cuando les cuento que en mi niñez no había televisión en casa, y sólo después de unos años llegó el aparato, pero en blanco y negro. Ni hablar del asombro cuando les digo que nací y el hombre todavía no había llegado a la luna… Pero volviendo al artículo de Hernán, la situación le sirve de disparador para pensar en lo espantosa que sería la literatura en general si el celular hubiera existido siempre. Cuantos dramas se hubieran evitado con la ayuda del aparatito. Aquí van algunos ejemplos:
- Penélope lo llama a Ulises para preguntar si está en camino
- Caperucita le avisa a su abuela del lobo
- El Coronel si tiene quién le escriba, aunque sea mensajes de texto
- Tom Sawyer no se pierde porque su teléfono tiene GPS
- La novela de García Márquez se llamaría “Cien años sin conexión”
- La novela “El cartero llama dos veces” se llamaría “El gmail me duplica los correos entrantes”
- “Esperando a Godot” sería “Godot tiene el teléfono apagado o está fuera del área de cobertura”, o también “Godot otra vez sin saldo”
- Oscar Wilde habría escrito sobre el joven Dorian Grey, quien hace un pacto con el Photoshop para mantenerse siempre joven en las fotos que envía por celular
- La bruja de Blancanieves no consultaría todas las noches al espejito, espejito, porque la llamada del oráculo cuesta 3 pesos más IVA
Y el último ejemplo es mi preferido, la historia romántica más famosa, la de Romeo y Julieta, no habría terminado en tragedia simplemente porque ella le hubiese mandado a su amado el siguiente mensajito de texto:
M HGO LA MUERTA,
ASIQ NO STOY MUERTA.
TRANQUI XD
NO HGAS BOLUDCS. TKM.
Más allá de lo gracioso del planteo, y pensando en la tecnología y su incorporación en educación, cuando planificamos el uso de la TICs en el aula lo hacemos con todos los miedos y cuidados lógicos que surgen de nuestra subjetividad. En mi experiencia personal, la mayoría de las veces, por suerte, los alumnos me dejan sorprendida por la naturalidad con que incorporan las propuestas, sobre todo los adolescentes de escuela media. Al igual que la hijita de Hernán, sus subjetividades han sido formas mediadas por la tecnología. Claro que todo no es tan simple y lineal, porque si, estos alumnos son nativos digitales, pero el grupo social al que pertenecen y sus posibilidades de acceder a los recursos y de qué forma lo hacen, condicionan profundamente su comportamiento ante la tecnología. Y esto lo puedo ver en mi trabajo diario en la Facultad de Ciencias en la Universidad Nacional del Comahue. Trabajo con propuestas tecnológicas para las carreras de Formación Docente y la carrera de Psicología. Las respuestas hacia las propuestas didáctico pedagógicas que incluyen el uso de la tecnología (Plataforma, Wikis, Blogs, Foros, Chats, Correo Electrónico, Telefonía Celular, etc.) son completamente diferentes en una y otras carreras. Analizando las encuestas realizadas, los primeros resultados pueden relacionarse con las características socioeconómicas de los estudiantes de cada una de las carreras, en el sentido del acceso o no a los recursos tecnológicos y la incorporación o no de las habilidades propias de la cultura digital. Es decir, la brecha digital vinculada no solo a características de tipo tecnológico, sino a una combinación de factores socioeconómicos y políticos. Para terminar, dos invitaciones: primero, lean completo el artículo de Hernán porque es imperdible (link). Segundo: ¿se animan a pensar sus mundos diarios sin tecnología? Inquietante, no?. Por lo pronto, me niego a imaginar que Romeo y Julieta se conozcan y enamoren por mensajitos de texto. Me niego rotundamente porque entonces Charles Gounod no hubiese escrito esta maravilla que en la voz de Anna Netrebko me toca el corazón y el alma… Que lo disfruten tanto como yo.
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Ahora cuando por despistada o por no considerarlo una extensión de mi mano me olvido el tel en casa, se arma una de encuentros y desencuentros.
A Julieta, se nota que le enseño mi hna a mandar mensajitos...